Hace un día espectacular de otoño. El sol brilla con fuerza queriendo recordanos a todos que está siempre ahí incluso en las estaciones en las que no lo identificamos como protagonista.
Me encantan estos días fríos en los que puedo sentir el calor del astro rey en mi rostro recargando mi cuerpo de energía.
Aunque no es un buen día para sentarse a absorber esa energía. No es por el frío. Es el viento que sopla con fuerza, mucha fuerza, silbando a su paso. Quizá deba darle las gracias por llevarse lejos las nubes y permitirme sentir ese sol que tanto necesito pero a mi cuerpo le afecta mucho el aire y no puedo disfrutar del momento. Quizá también quiere llevarse lejos eso que resta, eso que pesa, eso que ya es pasado pero a veces cuesta sacar de nuestra vida.
Ojalá fuera tan sencillo como soplar para enviar lejos aquello que nos sobra pero sigue ocupando espacio en nuestra mochila. Muchas veces por compromiso, muchas incluso no son ni cosas nuestras pero las cargamos con una responsabilidad que no nos corresponde y no sabemos decir “hasta aquí”, a veces son personas que un día llegaron a nuestra vida para enseñarnos (para bien o no tan bien) y aportarnos y forman parte de nuestro crecimiento y nuestra historia. ¡Qué valor tan complicado es a veces el apego!
A veces sería bueno correr sin mirar atrás como esas nubes que el viento arrastra…
Susana Guilló - tal y como lo siento